Todo ser vivo está rodeado por un halo luminoso, el aura, que a veces puede percibirse. Muchas personas sensibles aseguran que pueden leer el aura de los seres humanos basándose en una particular forma de clarividencia, según los colores del aura determinan las patologías, en el estado emocional o el grado de evolución de la personalidad. Los egipcios e hindúes ya tenían ese poder, así pues, los sensitivos, los ocultistas y los yoguis no han esperado la consagración de la ciencia.
El aura, también llamada campo vital o bioplasma, se divide en varias capas de átomos cada vez más finas. Tres de estas capas son fácilmente identificables. La primera, llamada sosia etéreo, es una línea oscura que rodea todo el cuerpo, más allá de esta línea se encentran el aura interior y el aura exterior, cuyas tonalidades varían según el estado físico y emotivo del sujeto;
—El rojo indica deseo y rabia
—El carmesí es el color del amor profundo
—El naranja es signo de alegría y vitalidad.
—El amarillo indica un intelecto desarrollado.
—El blanco que tiende hacia el dorado indica espiritualidad.
—Los tonos verdosos son los de los celos.
—El verde indica calma y simpatía.
—Los tonos verdes grisáceos denuncian el engaño y la astucia.
—El azul cielo revela la serenidad.
—El violeta es el tono de la religiosidad intensa.
—Los tonos grisáceos son los propios de la depresión, el miedo y la enfermedad.
—El negro acusa el miedo y la maldad.
Los que desean aprender a leer el aura pueden empezar entrenándose en una habitación oscura, utilizando un imán o un globo de crista, el aura de estos objetos es semejante a una fina capa de vapor.
Otro ejercicio consiste en mantener las manos abiertas, en posición vertical, en cima de una tela negra… los dedos deben tocarse y la puta del pulgar debe estar dirigida hacia el techo. Después de unos instantes, despegue lentamente una mano de otra. Distinguirás entonces una fina línea blanquecina, como una espiral de humo que circula entre tus dedos y que los sigue en todos tus movimientos.
Continua tus ejercicios utilizando cualquier instrumento, flores, animales, personas y , sobre todo niños cuya aura resulta particularmente interesante. sitúalos siempre delante de una pantalla blanca o negra y procura evitar los reflejos engañosos. Evidentemente, te hará falta mucho tiempo y sentido crítico. El deseo de triunfar podría llevarte a confundir los fenómenos de refracción óptica con el aura.
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