Así llaman los ocultistas a la separación entre el cuerpo físico y el cuerpo etéreo, o cuerpo astral. Este último, libre de la gravedad, puede elevarse y viajar por el espacio. El ser humano en general, crea o no crea en la existencia del alma, se identifica prioritariamente con su propio cuerpo. Si bien admite abiertamente que la envoltura carnal no es más que un vehículo provisional y que, por lo tanto, debe primar el espíritu, estas aspiraciones no resisten a las exigencias tangibles de la vida cotidiana, alimentarse, protegerse, cuidarse.
Ciertamente, el más allá a menudo es representado como una dimensión luminosa y feliz, sin embargo, a nadie le gusta morir (lógicamente) . La muerte es o parece ser una experiencia nueva y aterradora. La idea de abandonar el cuerpo del que nos hemos ocupado tanto constituye un verdadero trauma, incluso para los que creen en el más allá, en la otra vida.
En el momento doloroso de la separación, el alma y el cuerpo adoptan una dirección extracorpórea y abandonan la envoltura exterior, ya privada del aliento y del calor de la vida. El cuerpo etéreo libre al fin va hacia la luz, hacia los lugares que su pensamiento y su fe han creado para el.
No obstante a juicio de algunos ocultistas, la muerte noes más que la última renuncia, la definitiva. A veces ocurre que en determinadas circunstancias dela existencia (coma, narcosis, trance o incluso sueño) ya se ha vivido esta experiencia se ha olvidado. La única diferencia entre el viaje astral y la muerte consiste en que de la muerte no se vuelve, si no es por la reencarnación en otra época y en otro cuerpo. En cambio siempre se vuelve de un paseo fuera del cuerpo físico, pues el cuerpo etéreo queda unido a su envoltura por un hilo de plata que lo atrae de nuevo hacia sí, uniéndose así el cuerpo físico al cuerpo astral. El hilo de plata sólo se rompe en el momento de la muerte. nunca antes.
Aquellos que han conseguido salir del coma han contado que han conseguido salir del coma han contado que podían moverse con libertad pero no podían comunicarse con los demás, a no ser por telepatía. En ocasiones aluden a una luz intensa que los atraía irresistiblemente del otro lado, pero confiesan que , ante todo, deseaban volver atrás.
El secreto para volver al cuerpo físico, después del coma o del viaje consiste justamente en desearlo fuertemente. Para salir del cuerpo existen distintas técnicas controladas por el espíritu. Dominio de sí mismo, solidez mental y excelente capacidad de visualización, son los ingredientes esenciales para efectuar un viaje que no tenga que ver sólo con la imaginación.
La salida consciente
Después de haberse saltado una o dos comidas y tomado un baño de agua salada, haga una jornada de reposo completo en un lugar donde esté seguro de que nadie le va a molestar. Tiéndase después en una cama, con la cabeza orientada hacia el norte, con las piernas deben estar ligeramente separadas y las palmas de las manos dirigidas hacia abajo. Conviene que esté sólo en el cuarto y que evite el contacto con cualquier luz y objeto metálico que, con sus vibraciones, podrían enturbiar el campo magnético. Le aconsejamos que se ponga ropa caliente y amplia, ya que durante el ejercicio tendrá frío y las mantas podrían molestarle. Intente visualizar una onda azul que salga de los pies y vaya hasta la cabeza, al mismo tiempo, realice la respiración controlada y con los ojos cerrados relaje cada músculo, cada zona de su cuerpo. El azul le aportará la paz, la calma, la relajación. Transcurridos unos treinta a cuarenta minutos, toda sensación física quedará anulada y ya que no sentirá ni sus manos, ni brazos, ni tu cuerpo. Ha llegado el momento de desdoblarse. Ante todo, es necesario que lo desee intensamente, sin rigidez ni obstinación. Imagine que va a salir de su cuerpo levantándose lentamente sobre sus pies, también puede visualizar la salida por la cabeza. Entonces sentirás un ligero pánico, un pequeño despegue, una especie de detonación como si se hubiera cortado la corriente eléctrica. Ya estás desdoblado, pero no sabe cómo orientarse, no sabe si está de pie, tumbado, o cabeza abajo. Se siente proyectado hacia arriba o empujado a un túnel negro con la salida iluminada. Se siente ligero, descompuesto. Es el momento psicológicamente más peligroso, el que más asusta pues uno tiene miedo a perderse. Si no consigue superar su pánico, se reintegrará bruscamente a su cuerpo, y tendrá la sensación de frío y de calor, de taquicardia y de sudores fríos. En caso contrario, todo irá bien…..